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El Maná de la Torá por Dr Ketriel Blad


VaYishlaj 8-1

Y envió

Génesis 32:3(4 heb.) – 32:12(13 heb.)

Y dijo Jacob: Oh Dios de mi padre Abraham y Dios de mi padre Isaac, oh SEÑOR, que me dijiste: "Vuelve a tu tierra y a tus familiares, y yo te haré prosperar", indigno soy de toda misericordia y de toda la fidelidad que has mostrado a tu siervo; pues con sólo mi cayado crucé este Jordán, y ahora he llegado a tener dos campamentos. Líbrame, te ruego, de la mano de mi hermano, de la mano de Esaú, porque yo le tengo miedo, no sea que venga y me hiera a mí y a las madres con los hijos. Y tú dijiste: "De cierto te haré prosperar, y haré tu descendencia como la arena del mar que no se puede contar por su gran cantidad."

(Gén. 32:9-12 LBLA)

¿Cómo debemos orar?

Cuando Yaakov supo que Esav venía contra él con 400 hombres tuvo mucho temor. Hizo lo posible para resolver la situación de manera humana. Pero el problema con Esav no se podía resolver de manera humana con sobornos y halagos. Era un problema sicológico y espiritual en primer lugar. El odio que Esav tenía contra su hermano por haberle engañado era tan fuerte que en veinte años no lo había podido apaciguar. Ese tipo de odio atrae a los demonios y refuerza el odio y lo convierte en una fuerte deseo de asesinato.

Yaakov mismo había causado esta situación por su manera de tratar a su hermano. Lo que sembró, ahora lo tuvo que cosechar. Pero el Eterno quiso crear paz entre los hermanos, y para eso tenía que tratar con la raíz del problema, el corazón de Yaakov en primer lugar y el corazón de Esav en segundo lugar.

El trato duro en la casa de Laván había sido parte del tratamiento divino para corregir el alma de nuestro padre. Pero todavía no estaba listo para entrar en la tierra de la promesa. Tuvo que enfrentar a su hermano y arreglar lo que había hecho hace veinte años.

No se puede huir de la responsabilidad que uno tiene ante las personas que uno ha dañado. Hay que enfrentar la situación y hacer la parte que le corresponde a uno, para que el Eterno pueda hacer su parte. Si uno huye de la responsabilidad, el Eterno finalmente de una u otra manera creará una circunstancia para que uno tenga que enfrentar la situación y aprender la lección y corregir los errores, hacer tikún – rectificación.

La tensión era muy fuerte y Yaakov empezó a orar. Su oración es un buen ejemplo de cómo se debe orar. Quiero destacar tres cosas de esta oración que nos pueden ayudar en nuestras oraciones:

1.      Orar según las promesas del Eterno.

2.      Orar con una actitud de humildad.

3.      Orar con total sinceridad y transparencia.

Yaakov basaba su oración en lo que el Eterno había dicho. Dos veces destaca lo que el Eterno había prometido.

         

La mente humana dijo que ahora había una situación de sumo peligro con una persona que había determinado matar a Yaakov que venía contra él con 400 hombres. Yaakov no tenía ninguna posibilidad para enfrentar tantos hombres por la fuerza y la familia estaba en un grave peligro de ser exterminada completamente.

Por otro lado estaban las promesas del Eterno que decían que la descendencia de Yaakov iba a multiplicarse como la arena del mar y que el Eterno iba a estar con él en el momento de volver a la tierra. Así que dentro de Yaakov estaba la lucha mental entre la realidad física en la que vivía y las promesas espirituales del Eterno. Cuando Yaakov oró, optó por sobreponer las promesas por encima de la situación. Si uno ora según las promesas del Eterno, las oraciones tiene mucho efecto y producirán un cambio en la realidad física.

Yaakov reconoció que no era digo de recibir tanta riqueza. Sabía que todo lo que tenía era por pura misericordia del Eterno. Si el Eterno le había dado tanto, no a base de sus propios méritos, sino por la gracia divina, entonces Él estaba interesado en bendecir a Yaakov. Yaakov no se aferraba a lo que tenía, sino reconoció que sólo era un administrador indigno de todo. Esa actitud es muy valiosa para el Eterno y es muy eficaz a la hora de presentarse en oración ante el Todopoderoso.

Yaakov supo que si no recibía ayuda del Cielo, moriría por mano de su hermano Esav. En lugar de jugar héroe de fe y proclamar las promesas suprimiendo toda realidad física y las emociones angustiadoras, abrió su corazón al Eterno y confesó que tenía mucho miedo. La fe fingida no impacta sobre el Eterno, sino la humildad sincera y la confianza en la gracia y misericordia del Eterno que él nos ha prometido.

En el momento de crisis se revela quién es verdaderamente la persona. En la presión Yaakov se volvió hacia el Eterno en oración, no confió en sus propias fuerzas, recordó las promesas del Eterno, se humilló y reconoció que no era nadie y fue totalmente sincero para decir lo que sentía y lo que temía.

Y el Eterno contestó esa oración.

          Sigamos el ejemplo de nuestro padre Yaakov.

          Que el Eterno deje que tus oraciones sean contestadas según sus promesas,

          Ketriel