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El Maná de la Torá por Dr Ketriel Blad


Haazinu 53-1

Escuchad

Deuteronomio 32:1-6

¡La Roca! Su obra es perfecta, porque todos sus caminos son justos; Dios de fidelidad y sin injusticia, justo y recto es El. En forma corrompida se han portado con El. No son sus hijos, debido a los defectos de ellos; son una generación perversa y torcida. ¿Así pagáis al SEÑOR, oh pueblo insensato e ignorante? ¿No es El tu padre que te compró? El te hizo y te estableció.

(Deut. 32:4-6 LBLA)

¿Puede uno tener al Eterno como su Padre sin ser su hijo?

Este cántico de Moshé constituye una profecía que habla de toda la historia de Israel desde antes de su principio hasta su final glorioso y eterno. Por eso es un testimonio a lo largo de los siglos de cómo el Eterno ha sido fiel y cómo una parte de su pueblo ha sido infiel. No obstante, por la gracia y misericordia del Eterno él cumplirá el propósito que tiene con su pueblo y finalmente triunfará en gloria.

En estos versículos está escrito que los hijos de Israel no son considerados como hijos del Eterno cuando se vuelven a la perversidad y tuercen el derecho a pesar de que él sigue llamándose su Padre. Esto nos enseña que ser hijo no sólo tiene que ver con origen sino también con la fidelidad a ese origen (cf. Luc. 15:24). Ser hijo del Eterno implica ser como él y andar en sus caminos. Como él es fiel, sus hijos son los fieles. Como él no tiene perversión moral, sus hijos son los que no son moralmente corruptos. Como él es justo, sus hijos son los justos. Como él es recto, sus hijos son los rectos.

Los que abandonan el camino del Eterno perderán el derecho a ser sus hijos junto con la herencia de la vida.

Otra cosa que aprendemos de esto es que el título “Hijo de Dios” que aparece en las escrituras sobre Yeshúa, no sólo tiene que ver con su designación como el futuro rey Mesías de Israel, sino también tiene que ver con su forma de ser y actuar como hombre, su pureza de carácter y obediencia al Eterno.

No hay nadie que haya cumplido con todo lo que el Eterno ha mandado excepto Yeshúa. No hay ningún hombre que ha pisado esta tierra que haya sido totalmente fiel, sin inmoralidad, completamente justo y recto, excepto Yeshúa. Por esta razón él es el único que puede ser llamado “Hijo de Dios” con mayúscula. Los demás somos hijos del Eterno, pero Yeshúa es el Hijo del Eterno, único en su clase, y por eso es llamado el Hijo unigénito del Padre.

Shavua tov,

Ketriel



 

 

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