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El Maná de la Torá por Dr Ketriel Blad


Balak 40-2

Devastador

Números 22:13-20

Entonces Balac envió jefes otra vez, más numerosos y más distinguidos que los anteriores

(Núm. 22:15 LBLA)

¿Quién se inclina ante los honores del mundo?

Un rabino temeroso del Cielo estaba a punto de morir. Sus discípulos que se habían reunido para despedirse de él le preguntaron cuál era su último deseo antes de partir de este mundo. “Qué tengáis el mismo temor del Cielo que ahora tenéis de los hombres.”, contestó el rabino. Sus discípulos se asombraron i dijeron: “¿No quieres decir que deberíamos tener más temor del Cielo que de los hombres?” “Si lográis llegar al nivel de tener el mismo temor del Cielo que de los hombres, estaré muy contento”.

El temor del Cielo es uno de los ingredientes más importantes que el hombre tiene que tener para hacer las cosas bien en la vida. Cuando el temor de los hombres es superior al temor del Eterno estaremos sirviendo a los hombres en lugar del Eterno y es un tipo de idolatría. Si nuestro deseo de ser aceptado por los hombres es superior que nuestro deseo de ser aceptados por el Cielo, tenemos nuestras prioridades invertidas. Si buscamos ser honrados y premiados por los que son considerados importantes en este mundo estamos desviados del propósito de nuestras vidas. Si sentimos que no somos nadie sin tener un título académico, entonces no entendemos los principios del Reino de los Cielos.

Bilam (Balaam) empezó siendo profeta y termino como vidente. Empezó con temor del cielo y terminó buscando los honores de los hombres. Empezó sirviendo al Eterno y murió por la espada de los santos por haber introducido la fornicación y la idolatría en Israel.

Querido discípulo del Mesías, no procures ser algo en este mundo, procura ser algo en los ojos del Eterno. No te inclines ante honores y dinero, sólo pervertirás tu alma. ¡Sé muy cuidadoso con esto y guardarás tu alma de la destrucción!

Padre celestial, pon tu temor en mi corazón para que no peque contra ti. Guarda mi alma para no caer en la fama y la honra de los hombres. Sé Tú siempre el primero en mi vida. Ayúdame a no serte infiel en ninguna área y en ningún momento de mi vida. ¡Bendito seas Tú Eterno, el Temible y Honrado para siempre!

Amen,

Ketriel