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El Maná de la Torá por Dr Ketriel Blad


Koraj 38-1

Afeitado

Números 16:1-13

Y se rebeló Kóraj, hijo de Yitshar, hijo de Kehat, hijo de Leví, con Datán y Aviram, hijos de Eliav, y On, hijo de Pelet, hijos de Reuvén 

(Núm. 16:1 LBLA revisada)

¿Puede la envidia llevar a la rebelión?

Kóraj no había sido nombrado jefe de los Kehatitas, sino Elitsafán, un primo más joven. ¿Qué sienten los hermanos mayores, y los primos mayores cuando el más pequeño es nombrado para ser su jefe? ¿Será esta relación familiar la razón por la envidia que luego llegó a la actitud rebelde en Kóraj?

¿Qué pasó con Yishmael cuando Yitsjak, su hermanastro pequeño fue nombrado portador de las promesas? ¿Qué pasó con Esav cuando su hermano menor obtuvo la primogenitura y la bendición en lugar suyo? Tuvieron celo y amargura. Esos celos y esas envidias fueron trasmitidos a sus descendientes a lo largo de las generaciones, y esa es la causa de las actitudes adversas entre los árabes y los judíos, entre el Islam y el Judaísmo, y entre los romanos y los judíos, entre el Cristianismo y el Judaísmo.

Los descendientes de Yishmael adaptaron una religión que cultiva el odio contra el judío. Lo mismo había sucedido con el cristianismo, se formó una religión basada en no querer ser como los judíos. Los descendientes de Esav formaron el Imperio Romano, y el odio contra el judío se puede encontrar dentro del sistema romano. La religión romana tiene una raíz profunda de odio contra los judíos. El origen de esa raíz viene de una situación familiar.

La cuna para la rebeldía de Kóraj fue su situación familiar, donde su primo menor fue elegido como jefe sobre él y donde él no fue nombrado a tener un puesto importante más allá del ministerio levítico normal. ¡Cuán importante es sacar la envidia de nuestro corazón!

Alguien pensará que HaShem debería haber dado a Kóraj un puesto importante para que no se enfadara y llegara a esta rebeldía. Pero así no funciona en el Reino. El problema no es HaShem sino la envidia y la falta de humildad en el hombre carnal. La solución no es darle a un hombre ambicioso un puesto de responsabilidad, sino que se humille y aprenda a someterse a los líderes que HaShem ha puesto sobre él. Esa fue la medicina que HaShem estaba dando a Kóraj, pero él no la quiso tomar y tratar con el pecado en su alma, sino desarrolló su rebeldía hasta que llegó a estas alturas.

Tenemos ejemplos contrarios que muestran que no hubo envidia cuando el hermano menor fue nombrado a una posición superior; Moshé y Aharón, Efrayim y Menashé.

¡Qué grandeza había en Yosef, porque logró inculcar la Torá en sus dos hijos mayores para que no tuvieran la misma envidia y peleas que él mismo había experimentado con sus hermanos! Yosef pudo romper esa maldición generacional y combatir y erradicar de su propia familia toda clase de envidia.

De la misma manera los descendientes de Kóraj lograron romper la maldición familiar y llegar a ser autores de varios Salmos en las Escrituras. Eran levitas, que tenían puestos importantes. El profeta Shmuel fue descendiente de Kóraj, (1 Crón. 6:33-38). El que está contento y fiel en la posición y el llamado que el Eterno le ha dado, recibirá una gran recompensa. Si nos humillamos bajo la poderosa mano del Eterno, El nos exalta en su debido tiempo, como está escrito en 1 Pedro 5:5-6: “Asimismo, vosotros los más jóvenes, estad sujetos a los mayores; y todos, revestíos de humildad en vuestro trato mutuo, porque DIOS RESISTE A LOS SOBERBIOS, PERO DA GRACIA A LOS HUMILDES. Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que Él os exalte a su debido tiempo” (LBLA)

Kóraj se reveló y perdió todo, fue tragado por la tierra junto con los que le habían seguido en su espíritu rebelde. Pero algunos pocos de sus descendientes lograron salvar sus vidas, mediante la teshuvá, arrepentimiento.

Que el Eterno, que es bueno, nos libere de toda envidia y rebeldía.

Shavua tov,

Ketriel