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El Maná de la Torá por Dr Ketriel Blad


Shelaj Lejá 37-2

Envía para ti

Números 13:21 – 14:7

Y dieron un mal informe a los hijos de Israel de la tierra que habían reconocido, diciendo: La tierra por la que hemos ido para reconocerla es una tierra que devora a sus habitantes, y toda la gente que vimos en ella son hombres de gran estatura… y hablaron a toda la congregación de los hijos de Israel, diciendo: La tierra por la que pasamos para reconocerla es una tierra buena en gran manera. 

(Núm. 13:32; 14:7 LBLA)

¿Cómo ves lo que tienes por delante?

Lo que vemos determina nuestro habla, nuestras decisiones y nuestra conducta. La visión espiritual del hombre decide cómo será su futuro. Los doce espías vieron la misma tierra, las mismas ciudades y los mismos habitantes, pero hubo dos formas de reacción muy diferentes ante lo que vieron. Lo importante no es lo que tienes por delante sino cómo reaccionas ante ello.

Aunque los diez espías vieron la tierra hermosa, sus almas fueron invadidas de pensamientos de problemas y imposibilidades y no podían creer que era posible vencer sobre esos pueblos tan grandes y conquistar esas ciudades tan fortificadas. La razón era que no querían creen en el Eterno.

Pero los dos espías tenían otro espíritu y vieron las mismas cosas de otra manera. Habían aprendido de lo que pasó en Egipto y en el desierto. Sabían que tenían un Elokim poderoso y creyeron en sus promesas. Vieron la realidad visible y vieron también la realidad invisible. Los hijos de Anac eran gigantes, sí, las ciudades tenían murallas muy altas, sí, pero el Todopoderoso es mucho más grande y él estaba con ellos. Los diez espías vieron las cosas desde abajo pero los dos espías las vieron desde arriba.

Hay dos voces, la voz de lo imposible, que sólo habla de las cosas desde el punto de vista natural, y la voz de lo posible, que habla de las cosas desde el punto de vista del poder y las promesas del Eterno. Según escuchamos vamos a creer. Si sólo vemos y escuchamos las cosas según un punto de vista natural, vamos a actuar sólo de forma natural y recibir sólo resultados naturales, pero si vemos y estuchamos lo que enseñan las promesas divinas vamos a actuar de manera natural y recibir la asistencia del cielo de modo que nuestras acciones naturales se vuelvan sobrenaturales.

La manera de oír determina nuestra fe. Según nuestra manera de ver las cosas así nos será hecho.

Amado discípulo del Mesías, aprende a mirar las cosas con los ojos del espíritu, desde arriba. Observa la realidad de las cosas físicas pero no te quedes allí. Observa y escucha lo que dice el cielo, porque el cielo es el que tiene la autoridad sobre la tierra y el poder para cambiar lo terrenal. Aprende a colaborar con el cielo y verás como las promesas del Eterno son capaces de transformar la situación de la tierra según lo que hay en el cielo.

Mi oración es que los ojos de vuestro corazón sean iluminados, para que sepáis cuál es la esperanza de su llamamiento, cuáles son las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál es la extraordinaria grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, conforme a la eficacia de la fuerza de su poder” (Ef. 1:18-19 LBLA)

Ketriel