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El Maná de la Torá por Dr Ketriel Blad


Nasó 35-1

Levanta

Números 4:21-37

Bajo las órdenes de Aarón y de sus hijos estará todo el ministerio de los hijos de los gersonitas, en relación con todas sus cargas y todo su trabajo; y tú les asignarás como responsabilidad todas sus cargas. Este es el servicio de las familias de los hijos de los gersonitas en la tienda de reunión; sus deberes estarán bajo la dirección de Itamar, hijo del sacerdote Aarón. 

(Núm. 4:27-28 LBLA)

¿Por qué hacen falta supervisiores?

En toda administración eficaz es necesario tener un responsable para toda área. Los levitas no podían decidir lo que querían cargar de los objetos sagrados. Todo fue designado desde arriba. Moshé recibió la orden de asignar todas las cargas. Bajo Moshé estaba su hermano mayor Aharón, bajo Aharón estaba su hijo Itamar y bajo Itamar estaban los hijos de Gershón.

Cada objeto fue cuidadosamente designado a los levitas y cada uno era responsable de llevar a cabo su trabajo designado con el objeto o los objetos que le habían sido confiados. Nada se hizo al azar, todo fue bien organizado. Cada uno recibió una tarea por orden de los superiores y los supervisores tenían la responsabilidad de ver que la tarea de cada uno se llevara a cabo de manera y en el orden correcto.

Cuando cada uno sabe cuál es su tarea y la cumple con diligencia, no se necita mucha supervisión. Pero para evitar errores y para coordinar el trabajo siempre es necesario que haya algún tipo de supervisión de lo que todos hacen.

El peón que tiene una tarea particular no necesita ni puede tener todo el proyecto bajo control. Sólo los que llevan la responsabilidad general tienen que tener una visión clara de todo lo que se hace, pero los peones no. Sin embargo todos tienen que entender que el trabajo en su pequeña área de responsabilidad forma parte de algo mucho más grande. Así se mantendrá un equilibrio correcto entre la visión particular y personal de cada uno y la visión general de todo el proyecto.

No todos tienen la capacidad ni el llamado a ser supervisores, es la minoría de las personas. El peón tiene que someterse al superior y respetar sus directrices no sólo cuando esté presente. Uno que trabaja con diligencia sólo cuando alguien le está vigilando no es capaz de ser un buen siervo en el Reino de los Cielos.

Por otro lado es cierto que hay ojos invisibles que vigilan no sólo sobre lo que cada uno hace sino también cómo lo hace y con qué motivación lo hace. El que es consciente y sensible ante el hecho de que el Eterno le observa en todo momento y toma nota de todo, es más cuidadoso en su labor y trabaja igual con o sin supervisor. Él que tiene temor del cielo desea agradar al Todopoderoso en primer lugar y también es cuidadoso en cumplir las órdenes y los deseos de sus superiores en la luz y en la oscuridad, cuando ven el trabajo y cuando no lo ven.

Si tus emociones se rebelan cuando tienes alguien sobre ti de manera que piensas que puedes hacer lo que te parezca o obedecer cuando te dé la gana o simplemente te molesta que alguien te diga lo que tienes que hacer, entonces necesitas ser liberado de una actitud de rebeldía. Toda autoridad ha sido puesta por el Eterno y los que se someten en justicia según las normas de la Torá serán recompensados por su fidelidad, como está escrito en Colosenses 3:22-24: “Siervos, obedeced en todo a vuestros amos en la tierra, no para ser vistos, como los que quieren agradar a los hombres, sino con sinceridad de corazón, temiendo al Señor. Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres, sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia. Es al Mesías el Señor a quien servís.” (LBLA revisada)

Shavua tov,

Ketriel