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El Maná de la Torá por Dr Ketriel Blad


BeJukotai 33-4

En mis estatutos

Levítico 27:1-15

El SEÑOR le ordenó a Moisés que les dijera a los israelitas: «Cuando alguien quiera hacerle al SEÑOR un voto especial equivalente al valor de una persona, se aplicará el siguiente cálculo: »Por los varones de veinte a sesenta años de edad se pagarán cincuenta monedas de plata, según la tasación oficial del santuario. »Por las mujeres se pagarán treinta monedas de plata.

 (Lev. 27:1-4 NVI)

¿Puede un alma ser evaluada con dinero?

Este texto habla de los votos que una persona puede hacer para entregar su alma para el mantenimiento y la conservación del templo. Y como no se puede entregar el alma, que es inmaterial, se puede entregar un dinero en su lugar, que representa el valor de esa alma. Pero el valor del alma de una persona es demasiado alto para poder ser redimida para que nunca vea la muerte, cf. Salmo 49:7-8. Por lo tanto, aquí se trata de un precio simbólico que la Torá pone sobre el alma de una persona. Si alguien quiere donar su vida al templo, podrá hacerlo representativamente en forma de dinero. El midrash Tanjumá dice: “Si donaras el valor de una persona, lo consideraré como si la hubieras sacrificado”.

El valor que aquí es presentado no tiene que ver con el precio de una persona si se hubiera presentado en la venta de esclavos, sino con un precio fijo que estipula la Torá según el sexo y la edad. Tampoco se debe entender como si ciertas personas tuvieran más valor que otras, o como si el hombre tuviera más valor que la mujer, porque todos tienen el mismo valor delante de HaShem.

Para que una persona pueda dar dinero en representación de su alma, tendrá que hacerlo según su capacidad para producir bienes materiales. Los que tienen más fuerzas físicas tienen más posibilidad de producir riquezas por medio de su trabajo físico. Así que el varón que tiene entre 20 y 60 años tiene que pagar más que cualquier otro, porque en esa edad tiene su máxima capacidad para producir dinero mediante su trabajo físico. Una mujer con la misma edad normalmente no tiene la misma capacidad física, y por lo tanto la Torá no exige tanto de ella, para que no se sienta inferior al hombre si no puede llegar al mismo nivel de producción. La Torá acepta las ofrendas según la capacidad de cada uno, como está escrito en 2 Corintios 8:12: “Porque si hay buena voluntad, se acepta según lo que se tiene, no según lo que no se tiene.” (LBLA)

Esta aliyá también nos enseña que en cuanto a la evaluación del alma, el pobre no es visto como inferior al rico, sino todos los que tienen cierta edad y sexo están evaluados por igual. Sin embargo, si alguien es pobre y desea entregar un dinero conforme a la evaluación de su alma, puede hacerlo con menos dinero, según el sacerdote lo estipule, y en ese caso le es contado delante de HaShem como si hubiera puesto todo el precio, cf. v. 8.

El que ha entregado su alma para el servicio en la casa del Eterno automáticamente dará dinero a la obra que hace que su casa sea edificada, tanto en el cielo como en la tierra.

Bendiciones,

Ketriel