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El Maná de la Torá por Dr Ketriel Blad


Mishpatim 18-2

Decretos

Éxodo 21:20 – 22:4 (3 heb.)

Sin embargo, si el buey tenía desde antes el hábito de acornear, y su dueño había sido advertido, pero no lo había encerrado, y mata a un hombre o a una mujer, el buey será apedreado, y su dueño también morirá. 

(Éx. 21:29 LBLA)

¿Quién se puede lavar las manos?

En este texto aprendemos una lección muy importante acerca de la responsabilidad. El hombre no es solamente responsable de sus propios hechos y tendrá que ser juzgado delante del tribunal celestial por todo lo que ha pensado, dicho, hecho y omitido, sino también es responsable por lo que han hecho los animales que estaban bajo su cuidado y autoridad. Si el toro de alguien cornea a un hombre o a una mujer y lo mata y el dueño sabía que el toro tenía ese hábito, es como si el dueño hubiera matado a la persona, y él también tendrá que morir, al menos si no paga un precio de rescate (21:30).

Esto nos enseña que nadie puede decir que fue su toro lo que lo hizo y lavarse las manos de su responsabilidad, si sabía de antemano que el toro era peligroso. El mismo principio aplica sobre un perro. Si alguien tiene un perro y sabe que el perro es capaz de dañar a otros, él es responsable por los daños que causa el perro. No puede decir que era el perro y no él. Esa excusa no es válida. Cada uno es responsable por lo que hacen sus animales.

Es fácil echar la culpa a otros, a los animales y a las circunstancias. La Torá nos enseña a ser responsables. El hombre inmaduro y maligno no se responsabiliza de nada. El hombre madura y amoroso se responsabiliza incluso de las cosas negativas que suceden con otros sin tener que hacerlo.

El primer Adán echó la culpa sobre su compañera y sobre la serpiente, pero el último Adán cargó la culpa de todo el mundo y escogió sufrir las consecuencias últimas de los pecados, errores y daños de todos los demás que habían hecho y que harían en el futuro.

No eches la culpa a los demás. Sé responsable de tus actos y de los actos de los que están bajo tu cuidado, hombres y animales. Y si deseas llegar a ser grande en el Reino de los Cielos y alcanzar el nivel del Mesías, hazte responsable incluso de los actos de los demás sin ser tú el culpable. Así tendrás una gran recompensa en el mundo venidero.

          ¡Bendito sea el Eterno por el Mesías Yeshúa, nuestro gran ejemplo!,

          Ketriel