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El Maná de la Torá por Dr Ketriel Blad


BeShalaj 16-2

Cuando envió

Éxodo 14:9-14

Y al acercarse Faraón, los hijos de Israel alzaron los ojos, y he aquí los egipcios marchaban tras ellos; entonces los hijos de Israel tuvieron mucho miedo y clamaron al SEÑOR. 

(Éx. 14:10 LBLA)

¿Cómo clamas al Eterno?

El pueblo de Israel se llenó de terror al ver al ejército de los egipcios viniendo tras ellos. En su miedo clamaron al Eterno. Pero el clamor que estaban levantando no era un clamor de fe porque luego se volvieron contra Moshé y le acusaron por haberles sacado de Egipto para morir en el desierto. Su clamor al Eterno no produjo ningún efecto positivo en ellos. Sólo fue un clamor desesperado de angustia y amargura. Ese tipo de clamor no ayuda al que clama. Aunque fueron ayudados en ese momento, sus palabras se cumplieron más tarde y murieron en el desierto por no haber confiado en el Eterno.

Hay otro tipo de clamor, el clamor de fe, como el que nuestro padre Yaakov hizo en un momento de angustia semejante (ver el maná 8-1). Es bueno clamar al Eterno y revelar todo lo que hay en el corazón de temores y angustias, pero al mismo tiempo es importante creer que el Eterno es bueno y que él desea ayudar a los que se acercan, como está escrito en Hebreos 11:6: “Y sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que El existe, y que es remunerador de los que le buscan.” (LBLA)

Cuando estás entre la espada y la pared, clama al Eterno sabiendo que él es bueno y que no desea hacerte daño sino ayudarte. De esa manera recibirás ayuda adecuada en el tiempo oportuno.

          Que su mano poderosa siempre te guíe,

          Ketriel