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El Maná de la Torá por Dr Ketriel Blad


VaErá 14-5

Y me aparecí

Éxodo 8:11-22 (8:7-18 heb.)

Entonces Moisés y Aarón salieron de la presencia de Faraón, y Moisés clamó al SEÑOR acerca de las ranas que El había puesto sobre Faraón. 

(Éx. 8:12 (8:8 heb.) LBLA)

¿Por qué hay que clamar al Eterno?

A pesar de que el Eterno había planeado quitar las ranas no podían ser quitadas sin la colaboración del hombre. Hacía falta la oración de Moshé. El texto hebreo dice que Moshé clamó va-yitsakויצעק  – al Eterno para que las ranas fueran quitadas. ¿Por qué Moshé tenía que clamar si el plan del Eterno era quitarlas?

Es obvio que el Eterno busca colaboradores para cumplir sus propósitos en la tierra.

La primera vez que la palabra tsaakצעק  – aparece en la Torá es en Génesis 4:10 donde habla de la sangre de Hevel (Abel) que clamaba desde la tierra. La segunda vez que la palabra aparece es en Génesis 27:34 donde está escrito que Esav clamó con un grande y amargo clamor cuando supo que había perdido la bendición de su padre. La tercera vez que la palabra tsaak aparece es en Génesis 41:55 donde dice que el pueblo de Egipto clamó al faraón por pan.

Esto nos enseña que tenemos que clamar al Cielo en ciertas ocasiones para que el plan del Eterno se cumpla en la tierra. Uno de los propósitos más importantes de la oración es que la voluntad de HaShem se cumpla en la tierra como se cumple en el cielo. Y muchas veces hace falta clamar para que el Eterno conteste.

¿Por qué hay que clamar si el Eterno escucha los pensamientos?

El Eterno no necesita nuestro clamor, nosotros necesitamos clamar al Eterno. El que clama usa mucha energía en su oración y esa energía crea intensidad que ayuda al que ora a concentrarse y realmente ser consciente de lo que está haciendo. El Eterno no escucha las oraciones hechas sin entrega y si uno ora sin pensar en lo que ora o sin realmente querer lo que está pidiendo, su oración no hace ningún efecto. El clamor es una ayuda para intensificar la oración.

El clamor de un justo desata los poderes sobrenaturales. El clamor de un justo libera las cadenas de incredulidad. El clamor de un justo libera de opresión demoníaca. El clamor de un justo le saca de la prisión emocional. El clamor de un justo mueve el brazo del Eterno. Por el clamor de un justo las fuerzas del mal tiemblan. El clamor de un justo es necesario para que los planes del Eterno se cumplan en la tierra.

          Querido discípulo del Mesías, clama al Cielo y verás la mano poderosa del Eterno.

          Que el Eterno cumpla su propósito en tu vida.

          Ketriel